Por Blanca Albadalejo Calderon
Apleno día, el 28 de noviembre de 2023, se abre fuego contra el vehículo en el que se encontraban los periodistas mexicanos Víctor Mateo, Óscar Guerrero y Jesús de la Cruz. Los tres regresaban a realizar una cobertura informativa sobre un asesinato que había ocurrido este misma mañana.
Ocho horas antes se escuchaban disparos en la localidad de Apatzingán. La víctima, el periodista del periódico ABC, Maynor Ramón Ramírez Arroyo. El periodista se encontraba cerca de su local, cuando fue alcanzado por los disparos. Ya en 2016 había sido víctima de otro atentado contra su vida, en el que fue herido por un balazo en la cabeza.
La semana pasada, secuestros en el Estado de Guerrero. Esta vez los periodistas Silvia Nayssa Acre, Alberto Sánchez y Marco Antonio Toledo. Esta es la realidad del periodismo mexicano. A pesar de que para muchos México sea ese país turístico, con grandes playas y rica gastronomía. La realidad se aleja mucho de esto.
A pesar de que figura como una democracia, se encuentra lejos de serlo. México posee un serio problema en cuanto a materia de derechos humanos y libertad de expresión. Reporteros Sin Fronteras lo situaba en el puesto 128 de 180 en el ranking de países de mayor a menor libertad de expresión.
La violencia contra los periodistas
La colaboración entre las autoridades y el crimen organizado constituye una grave amenaza contra los periodistas. Los periodistas profesionales que cubren temas relativos a la política o al crimen sufren constantemente de advertencias y amenazas. Y en muchos casos son asesinados directamente. Otros son secuestrados, o sus familias reciben amenazas y en muchos casos, los periodistas se ven forzados a desplazarse fuera de sus zonas de origen o incluso huir al extranjero. Desde el año 2000 en México cerca de 150 periodistas han sido asesinados.
Existen tres actores amenazantes para el periodismo en México. El gobierno, las empresas y el crimen organizado. Como explica la periodista cubana Loraine Morales, que actualmente vive en Tijuana. “Muchas veces el crimen organizado está vinculado con el gobierno o con las empresas para ejercer e imponer su voluntad”, cuenta. El gobierno puede utilizar el crimen organizado para silenciar las voces periodísticas o disidentes, o las voces que incomodan al gobierno, como pueden ser también la de los activistas. Es su brazo ejecutor de este silenciamiento. La situación actual de México es así porque “no se pone un freno” al crimen organizado como tal, argumenta la periodista. Hay un cierto blanqueamiento e impunidad a la hora de realizar estas acciones criminales
Héctor Saavedra, periodista mexicano que actualmente vive en Valencia, explica que los periodistas mexicanos han pasado por muchas dificultades a nivel personal, social y profesional. Estas situaciones de violencia constante obviamente generan conflictos internos.
“15 homicidios en un día, pues llega un punto en el que tu salud mental te pide un respiro. Y ya cuando tienes que sentarte en un ordenador a llorar primero para después escribir, es cuando te empiezas a replantear si estás haciéndolo correcto, si tu profesión es la correcta”, explica el mexicano. Saavedra relata las dificultades y el impacto psicológico de ejercer el periodismo de esta forma. Pensar que puede morir mañana es lo más duro para él. Incluso comparte cómo su madre no le permitía salir de casa a ejercer su trabajo por temor a lo que pudiera ocurrirle.
Saavedra relata que, a pesar de ello, no tiene miedo. Si tuviera miedo no estaría realizando su labor periodística. “He estado en escenas del crimen donde tú llegas y hay cuatro cuerpos tirados y uno está vivo. Y regresan los sicarios a rematar. Tú te tienes que meter debajo de un coche porque los disparos están a la orden.”, comparte el periodista. Luego, añade: “No es miedo. Es simplemente tu mecanismo de defensa, de sobrevivir”.
Por otra parte, Loraine Morales declara que hay muchas vidas que han sido dañadas. Personas que han sido marcadas por la violencia. “Es muy difícil de sanar, hay vidas que se van rompiendo”, declara.
En la práctica, no existe ninguna ley en el país que obstaculice la libertad de expresión y de informar. La censura se ejerce a través de estas amenazas o ataques violentos contra los periodistas, más que a través de acciones judiciales.
“Es muy difícil de sanar, hay vidas que se van rompiendo”, comenta Loraine Morales
Ya solo en el sexenio de López Obrador 43 periodistas han sido asesinados. Por las mañanas, Obrador sale en la televisión denunciando y señalando periodistas. Incluso sacando datos confidenciales, como son ingresos, cuentas bancarias, etc. “Eso en México te convierte en un objetivo del crimen organizado”, señala Morales. Lo que sucede a continuación es una oleada de asesinatos de periodistas. Incluyendo a la periodista Lourdes Maldonado y al fotoperiodista Margarito Martínez.
Morales explica que poner el discurso público en contra de los propios periodistas es un poco deslegitimar al apartado periodístico y silenciarlos. “Como que son unos mentirosos, unos corruptos.”, añade.
El silenciamiento periodístico se produce cuando llegan las amenazas. Muchas veces actúan de forma de aviso. Por ejemplo, se le pide al periodista que deje de cubrir ciertos temas o publicar datos. Y si sigue haciéndolo es cuando llegan mayores peligros que pueden llevar a la muerte. Hay quienes se abstienen por miedo, hay quienes se cambian de sector o incluso han dejado de hacer periodismo crítico. “Con el alto grado de impunidad que hay en México literalmente tu vida corre peligro”, comenta Loraine Morales.
En cuanto a las empresas, también entran cuestiones que tienen que ver con megaproyectos que no son aceptados por las comunidades por donde van a pasar. Arturo Landeros, periodista y coordinador del programa Barcelona protege a periodistas de México, explica que los periodistas que cubren estos temas son señalados por el gobierno. “Responden a intereses de Estados Unidos o de potencias extranjeras, entonces hay una situación de estar conmigo o en contra de mí”, comenta.
La democracia mexicana se puede ver como un fallo sistemático. El pueblo mexicano lleva décadas eligiendo a un mismo partido político. El partido conocido como Partido Revolucionario Institucional. Al principio este se identificaba como un partido de izquierda, aunque con el paso del tiempo ha evolucionado a ser de centro-derecha.
Durante el mandato de Felipe Calderón, el pueblo mexicano se enfrentó a una dura represión gubernamental. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía murieron más de 100 mil personas a través de ejecuciones, enfrentamientos entre bandas y agresiones por parte de las autoridades.
En México, incluso si el mismo partido ha gobernado durante 70 años, el presidente no puede repetir cargo. Por ello, cada 6 años se celebran elecciones. El pueblo, ya cansado de la situación del país, por primera vez en años decidieron votar y confiar en otro partido. El actual presidente de México, es el anteriormente mencionado Andrés Manuel López Obrador. Al inicio de su legislatura declaró que la guerra con el crimen organizado había terminado.
“Muchas veces el crimen organizado está vinculado con el gobierno o con las empresas para ejercer e imponer su voluntad”, comente Loraine Morales
La intención de López Obrador era, o en un principio es lo que prometía, era buscar la paz en el país. Sin embargo, las altas cifras de asesinatos no han cambiado desde entonces y el país sigue respirando un ambiente de violencia, mientras que los narcotraficantes caminan impunemente por sus calles.
La segunda amenaza: el narcoestado
El negocio de la droga mueve dinero. El pueblo mexicano vive en una situación de pobreza. Saavedra explica que un 65% de la población vive en una situación de pobreza y es, esta escasez de recursos la que hace que la población acuda al dinero fácil. La impunidad que tiene el crimen organizado en México es impactante y las consecuencias legales son nulas.
Loraine Morales explica que en México te conviertes en un objetivo del crimen organizado cuando posees dinero. Además, la periodista cubana comenta que es el poder político el que se limpia las manos en estas situaciones, puesto que las personas que llevan a cabo esta actividad criminal son sus brazos ejecutores.
“Los periodistas tratan un poco de cuidarse a veces, como de tratar las noticias a un nivel que moleste al crimen organizado”, explica Arturo Landeros. Esto es otra forma de autocensura y una de las múltiples maneras en las que el crimen organizado amenaza y controla la libertad de expresión. Landeros narra como hace tiempo incluso, algunos periodistas pidieron al crimen organizado del país que les especificaran que se puede decir y que no.
“En España es más difícil que un periodista se autocensure o reciba presiones”, comenta Landeros. “De alguna manera siempre hay alguna vía para denunciar si existe un intento de silenciar al periodista o de manipular la información”, añade. Sin embargo, en México los periodistas están “en un medio de fuegos cruzados”. “Aquí paradójicamente quienes más atacan a los periodistas son funcionarios públicos”. Landeros declara que hay una simbiosis entre el poder político y el narcotráfico. Es esto lo que pone a los periodistas en una situación de vulnerabilidad. Este poder corrompido posee muchos recursos y cuando se está en una situación así hay “poco espacio para esconderse”, comenta.
El crimen organizado en México es un problema arraigado en las bases de la sociedad. Incluso durante el mandato de Felipe Calderón, se declaró una guerra contra el narcotráfico. El país comenzó un conflicto armado contra los cárteles. Pero a pesar de ello, el intento de erradicar el problema fue un total fracaso y la movilización policiaca fue en vano.
“Hay un crimen organizado que está enraizado en toda la sociedad y que es ilegal. Afecta a todo.”, explica Morales
La colaboración con el narcotráfico es solo la punta del iceberg en cuanto a corrupción política en México. En el sexenio de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, un total de 19 gobernadores fueron investigados por actos de corrupción. De los 32 estados que tiene el país, más de la mitad estuvo implicado en este caso. La situación en México no ha mejorado a lo largo de los años. El problema del narcotráfico parece no tener una solución.
“Hay un crimen organizado que está enraizado en toda la sociedad y que es ilegal. Afecta a todo.”, comenta Loraine Morales. El crimen organizado ha expandido sus raíces por toda latinoamérica. Incluso los cárteles mexicanos han llegado hasta Ecuador. ¿Cómo se lidia con eso? ¿Cómo se resuelve? El crimen organizado en México va más allá, porque influye incluso en las campañas políticas, financian campañas y ponen gobernadores y políticos al poder.
Morales considera que lo primero que se debe hacer para solucionar este problema es implantar campañas públicas. Serían muchos años y mucha paciencia. Sin embargo, el principal objetivo que tendría que tener el gobierno sería proteger a los pueblos donde nadie llega. “Si el Gobierno es capaz de llegar a los puntos ceros donde creen ellos que nadie habita, donde ellos nunca han mostrado ni los ojos, entonces ahí se podrá ayudar a las personas para que no tengan que depender del crimen para comer”, explica Loraine Morales. El gobierno debe ser capaz de otorgar trabajos dignos, dar prestaciones y solventar todos estos problemas del pueblo.
“Ellos no responden a una ley, ellos no responden a una constitución, ellos responden a sus propios intereses y a su propia voluntad.”, explica Morales.
El problema de la normalización
La sociedad mexicana también es víctima de esta manipulación de la información. Guillermo Aguilar, profesor e investigador sobre migración mexicano, explica que generalmente se justifica la violencia ejercida por el crimen organizado porque la población asume que son las consecuencias de formar parte de ese mundo.
Es una de las razones por las que los mexicanos han comenzado a normalizar esta violencia. “El hecho de que esa persona esté en un grupo de crimen organizado o no, no lo justifica”, añade Aguilar. También se debe de tener en cuenta los daños colaterales, ya que muchas víctimas son simplemente personas que estaban en el lugar y momento en el que se produce el tiroteo.
“En América Latina todo el mundo sabe que el periodista es carne de caña”, comenta Loraine Morales. “Es el pan de cada día”. Los periodistas son los que van a tratar de informar y son los que siempre van a tener un papel de deflactor. “En América Latina sabes que también te enfrentas a todo el riesgo que implica informar en contra del poder”, explica Morales. El periodismo no es la única víctima de esta violencia, sino que es “la cara de la sociedad”.
Héctor Saavedra recalca también la normalización que hace, no solo el periodismo, si no la sociedad de esta violencia. “En España hay un asesinato y colapsan todo los telediarios nacionales. Lo que debería ser lo normal.”, expone Saavedra. Mientras que lo normal en México es narrar que veías 15 asesinatos en un día.
El desconocimiento de la sociedad Europea: la caída en los estereotipos
La sociedad europea y estadounidense, la que se puede considerar el primer mundo, es desconocedora y en parte invisibiliza la situación que sufre la sociedad mexicana y, en parte, toda Latinoamérica. Saavedra explica que los periodistas europeos que acuden a México para tratar de narrar la realidad del país cometen errores y caen en la ignorancia y los estereotipos. “Distorsionan la realidad y la maquillan. Ellos quieren hacer su producto para su mercado, que es el europeo, en concreto”, explica.
Narra Saavedra sus experiencias negativas con periodistas europeos. Entre ellas destaca un caso en el que visitaron 15 escenas de diferentes asesinatos ocurridos todos el mismo día, y, sin embargo, decidieron destacar que la gente comía con las manos en la calle.
Recuerda otra anécdota de periodistas franceses que, al bajar del avión, llevaban chaleco antibalas y casco. “Obviamente, hablándoles en inglés, les digo que no hay necesidad, no estás viniendo a un país que está en guerra”, explica Saavedra sobre esta situación. “A los periodistas no nos matan por matarnos”.
¿Cómo es el futuro de México?
Durante décadas el crimen organizado ha poseído una inmunidad legal otorgada por las instituciones políticas del país. Este problema no nació hace dos días, pero ha sido gracias a la complicidad del poder político que se ha alargado y arraigado de esta forma en la sociedad mexicana.
“El narcotráfico tiene más de 75 años en México. Entonces es un problema que si tú no cortas de raíz, pues el problema va a seguir ahí.”, explica Saavedra. Es un tema complejo, ya que el narcotraficante se encuentra en toda Latinoamérica. En algunos países más que en otros, pero la situación particular de México es un problema de raíz que nunca se ha podido resolver.
La pobreza hace de México un país vulnerable. Es así como el crimen organizado se aprovecha de la población necesitada. Héctor Saavedra añade que, además, una gran parte de la población de México carece de estudios superiores. Pocos tienen acceso a la universidad, por lo que es complicado para ellos tener un trabajo digno. Comparte el periodista mexicano que ha entrevistado a niños de 14 y 15 años que forman parte del crimen organizado porque es “que me maten o morirme de hambre”.
“Es un problema muy interno de México, ya casi es cultural se puede decir”, indica Guillermo Aguilar. El profesor mexicano comenta que existe también una dependencia entre el narcotráfico y Estados Unidos en ese sentido. “Es fácil ver la relación de esto. México es el que manda las drogas y ellos son los que mandan las armas”, añade. A pesar de que se han realizado muchas operaciones para tratar de disminuir los narcóticos y el uso de armas, es una cuestión más estructural y complicada.
México es un país que depende mucho de Estados Unidos económicamente. Es difícil hacer cambios sustanciales. “Lo que se puede hacer es tratar de dirigirlos y en ese aspecto está bien. Sería sobre todo en materia de seguridad”, expone Aguilar.
Es más, la mayoría de los asesinatos, desapariciones y secuestros del país se producen en los estados de Chihuahua, Coahuila, Durango y Veracruz. Precisamente los dos primeros hacen frontera con Estados Unidos. La frontera entre ambos países es un punto estratégico que hace que las tensiones aumenten.
En cuanto al periodismo mexicano y su futuro, Loraine Morales apunta que ha visto una proliferación en cuanto al uso de nuevas formas de comunicar. “No son periodismo, pero son comunicadores de la cotidianidad”, añade. Para hacer un trabajo periodístico de calidad se debe gozar de libertad de expresión, una buena prestación, un medio que te respalde o una ley que te guíe. Todo esto es casi inexistente en México hoy en día.
Morales comenta que, debido a la situación de desigualdad económica que sufre el país, al pueblo no le queda otra que aliarse con el crimen organizado. “Ya es tradicional, es generacional”, comenta. Lo que más puede ayudar en un futuro a los periodistas mexicanos es la presión internacional. En casos de periodistas que han sido secuestrados por un cartel, es la presión intencional la que hace que el gobierno mexicano reaccione y les rescate.